Taberna del Volapié - Quevedo

Sobre nosotros

Nuestra historia

Una evolución de éxito

Ángel María Gutiérrez, jerezano y joven emprendedor apostó por la restauración del sur gracias a su afición a la cultura gastronómica de esa zona.

En 2008 y con España sumergida en la peor crisis de las últimas décadas, inaugura Taberna Casa del Volapie en Fuengirola, Málaga, con la intención de recrear en ella el ambiente del «tapeito y la cervecita» que tanto le había cautivado en su tierra.

El éxito es rotundo y en apenas un año desde la primera apertura, abre dos tabernas más en Málaga capital.

En estos primeros locales se perfeccionan los procedimientos, sus estructuras de costes, las ofertas comerciales y el saber hacer, consiguiendo un modelo de negocio óptimo y extrapolable a otras localidades.

Un año y medio después y tras la apertura de otro establecimiento propio en Benalmádena, comienza la expansión por España mediante el primer local en régimen de franquiciado en la capital de Córdoba.

Se llama Volapié o vuela pies, a la forma más habitual en la tauromaquia actual de dar muerte a los toros con la espada o estoque. Para ejecutar la suerte, el torero se coloca delante del toro, cita al animal con la muleta baja para que humille y descienda la cabeza, a continuación corre hacia el toro y se deja caer sobre el animal clavándole la espada en la parte alta de la región dorsal, entre los dos brazuelos, lugar conocido como cruz. Se cree que esta forma de estoquear a los toros fue inventada por el diestro Joaquín Rodríguez Costillares en el siglo XVIII, con la finalidad de dar muerte a los animales que llegaban muy parados a la última fase de la lidia y por lo tanto no se podían estoquear fácilmente con la suerte de recibir que era en aquella época la utilizada habitualmente. Antes de la invención del volapié, existían grandes dificultades para dar muerte a los toros que no tenían movilidad en el momento de entrar a matar, a los que en ocasiones era preciso pinchar a la media vuelta o alanzear desde el callejón mediante una larga vara que se denominaba punzón.– Ángel María Gutiérrez Socio fundador

Ingredientes de la más alta calidad y denominación de origen

Origen y orgullo andaluz

La variada gastronomía que se ofrece en la Taberna del Volapié es de origen e inspiración andaluza. A través de su cocina se pretende rescatar esos viejos sabores de la cocina de nuestras abuelas.

La gran mayoría de los productos que se consumen en los restaurantes son de procedencia andaluza; la cerveza Cruzcampo de Sevilla, las gambas de Huelva, los chicharrones de Chiclana, los piquitos de Antequera, los atunes de Barbate,el jamón del Valle de Los Pedroches de Córdoba, los vinos de Jerez, Ronda, Málaga, etc.

El concepto reúne lo mejor de la gastronomía andaluza y lo exhibe en todos sus niveles. Desde que el cliente entra hasta que sale todo lo que respira es arte, alegría y un sabor inconfundiblemente andaluz con elementos tradicionales como el toro, el flamenco y el campo predominando en el ambiente.

Taberna Casa del Volapié es un concepto de restauración que surge de la mezcla de la originalidad y el arte, creando unas tabernas con un ambiente acogedor. Se trata de un concepto de restauración único, con sabor gaditano, influenciado por una tradición jerezana, que recupera las esencias que han marcado esta tierra; Toro, Campo y Flamenco. Nuestras acogedoras tabernas con sus inmejorable precios, sus guisos calentitos de la tía Manuela y sirviendo sus chacinas, salazones, quesos y cartuchos de gambas de Huelva en papel de estraza, hacen soñar con otra época.

Taberna del Volapié-Quevedo esta ubicada en plena Glorieta de Quevedo, un espacio urbanístico en forma de glorieta ubicado en Madrid, denominada en honor al escritor español del Siglo de Oro: Francisco Gómez de Quevedo Villegas.

En el centro hay una escultura en honor al escritor tallada por Agustín Querol en 1902. La glorieta es cruce de la calle de Fuencarral (que comienza como prolongación de la de Montera desde Sol pasando por la glorieta de Bilbao), la calle de San Bernardo (desde la plaza de Santo Domingo pasando por la glorieta de Ruiz Giménez), la calle de Bravo Murillo (que asciende hasta la glorieta de Cuatro Caminos).